BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



Etiquetas

sábado, 19 de junio de 2010

CRISIS U OPORTUNIDAD




Siempre me gustaron las crisis. Odio el triunfalismo. Cuando me sobreviene una personal casi me pongo cachondo y la contemplo, tras la perplejidad inicial, como una oportunidad de cambio (panta rei: la vida es mutación). La crisis de ahora es global y devastadora, particularmente en Europa, especialmente en España. Pero yo sigo viéndola como una hermosa oportunidad… de cambiar. ¿Y qué hay que mudar en nuestro país? Muchísimo. No sólo me refiero al gobierno y a la oposición (más), o a la clase política (mucho más). Hablo de la mentalidad de la gente, que ha sido el caldo de cultivo donde se incubaba la catástrofe.

¿Se acuerdan del Desastre de 1898? Esa catarsis colectiva activó en España una intelectualidad que floreció en las generaciones subsiguientes y culminó en la del 27, esplendor cercenado por la asonada de los de “Muera la inteligencia”. Los mismos que trajeron una cuarentena de crimen oficializado, marasmo y castración mental, que es la que deja más secuelas. Con la Transición nos reinventamos como democracia, luego como “país europeo de primera” y finalmente como El Dorado mediterráneo. Y nos abandonamos a la siesta colectiva de la placidez hipotecada. La nación ha estado enladrillada, ¿quién la desenladrillará…? No desde luego los distintos gobiernos, tampoco el ciudadano medio que cayó en la celada de los bancos y se creyó un pequeño Midas. Y así hasta que se nos vinieron las casas –y los mercados- encima y despertamos de la siesta de los huevos de oro.

Este 98 del XXI o caída del guindo –mejor de la azotea- tiene sus ventajas, pues la siesta enladrillada nos había narcotizado colectivamente. El mito del hidalgo holgazán preocupado sólo por las apariencias volvía a pasearse por la Piel de Toro. Dormíamos encima de un soufflé del que iban a dar buena cuenta las fierecillas emergentes (Brasil, Turquía, Suráfrica, India y China) y las alimañas consagradas (el poder financiero evanescente) que afilaban los dientes… Al desinflarse el precocinado inmobiliario nos despertamos… Pero ¿hemos aprendido la lección? Hay indicios de que no mucho… Sobre todo en los que más tienen que reaccionar: los ciudadanos.

                Por eso buscamos un culpable (Zapatero, los funcionarios, los sindicatos, los empresarios, la derecha cavernícola, la conspiración financiera…), sin hacer examen de conciencia individualizado. No se preocupen, yo he venido a ayudarles en ese desagradable trance. Sé que mi labor es ingrata, como la de un Jeremías que proclamaba las desgracias a un pueblo de Israel entregado a la diversión evasiva, como la de un Quevedo que contemplaba los “muros desmoronados” de aquella patria suya que se agotaba sus últimas “fazañas”. Por eso empezaremos por demoler el muro de lenguaje políticamente correcto tras el que nos parapetamos los españoles del siglo XXI… para eludir, sí, toda responsabilidad.

El lenguaje es la trampa. Por eso cuando nos lamentamos de nuestra baja productividad ocultamos que aquí todos queremos “colocarnos” en lugar de trabajar en serio, todos aspiramos a ser los funcionarios que luego criticamos por el “cafelito”. Por eso admiramos secretamente –de cara a la galería también nos escandalizamos- la picardía de los corruptos a los que no dejamos de votar… Cada uno busca su pequeño interés, su parcelita de poder y placer… pero se presenta como “solidario y avanzado”. Hablamos de fomentar la “educación y la innovación” pero no urgimos a los gobiernos a que desmonten el endogámico sistema de “homenaje e investidura” que rige en la universidad ibérica. Cuestionamos el despilfarro público pero a mí que me pongan un AVE y una facultad a la puerta de casa, en Daroca, en Catalatuyud o en Torrelapaja. Criticamos a los partidos pero no exigimos listas abiertas, auténtica participación ciudadana. Especulamos sobre el cambio de gobierno, incluso de Rey, mas no valoramos hasta qué punto hay que cuestionar un edificio político válido para la Transición pero que se resquebraja en el siglo XXI. Todos son parches y balones fuera, con permiso de la Roja. Por cierto, ¿se han dado cuenta que lo único que funciona aquí es la Liga de fúbol y la selección?, quizá porque activan el gen de la competitividad y la excelencia… ¿Se imaginan si lo activáramos en la administración, en la universidad, en las empresas, etc.?

                Por todo ello, necesitamos una nueva catarsis noventayochista. Requerimos nuevos regeneracionistas, hombres de impulso ético. ¿Dónde están los Joaquines Costa del siglo XXI que fustiguen la oligarquía y caciquismo del PPOE vigilada por el Gran Hermano financiero? Si no aprovechamos la ocasión para mudar de mentalidad y exigir cambios radicales, nos volverán a dar otra vez gato por liebre, o gaviota por rosa. Hasta la próxima crisis. Por cierto, ¿se han percatado de que la crisis de Lehman Brothers comenzó al día siguiente de que se cerrara la Expo? ¿Por qué nos amenazan entonces estos gafes con otro Expocalipsis? Pero eso es, con permiso de Larra, otro llorar…

 

                    Jaime Miñana, Filósofo   @jaimeminana


 






No hay comentarios:

Publicar un comentario