BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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viernes, 27 de enero de 2012

DEMOCRACIA DE TITULARES Y DESMEMORIA: EL CASO CAMPS

Sí señor, un buen titular es lo único que importa. Qué más da que uno no tenga argumentación; se envuelve la nada en letras capitales resultonas y ya se tiene la faena resuelta en la media-democracia (los medios la rebajan). Para ser político no hace falta argumentar, basta con disparar frases enlatadas. Además, uno puede decir cualquier cosa, cualquier dislate, pues el impacto de cualquier proclama o filacteria es de un día y medio, o menos; dicen los psico-sociólogos que la memoria RAM del ciudadano medio ibérico no parece dar para más; tampoco la de los mass-media. Por eso los políticos dicen hoy esto y mañana aquello. Nadie les pide cuentas, nadie comprueba nada.

El caso Camps es un paradigma de este imperio de la desmemoria. Ya nadie se acuerda de los sinsentidos que provocó con esas disparatadas maniobras que volvieron loca a la sede genovesa... También se ha olvidado su enorme despilfarro en la era del Gran Ladrillo que él apadrinó. Eso queda muy lejos, pero también parecen hallarse en las mismísimas antípodas las miserias que se han ido exhumando en un juicio panmediatizado/panmediático (las dos acepciones valen). Durante el proceso se haya retratado como un hombre indigno de servir la cosa pública... Pero eso da igual, lo único que cuenta es el resultado,  como en el mal fútbol. Un jurado iletrado (la gramática y la sintaxis no mienten) de una región compadreadora con la corrupción no sólo lo ha salvado del escarnio, sino que lo ha convertido en el nuevo mártir de la Santa Democracia que el PP está imponiendo. Ora pro nobis.


Quien ríe el último...

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