BITÁCORA DE UN NÁUFRAGO INDIGNADO



Desde una isla casi desierta, un Robinson en el océano de la globalización. Atento/conectado/indignado veo pasar el mundo nada indiferente. Una verbena, un gran guiñol, un despropósito… Mas no puedo huir del sinsentido; estoy enganchado al destino de los demasiado humanos. Estoy condenado a pensar el mundo y verterlo en palabras y lanzarlo al mar en botellas de ceros y unos.



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sábado, 19 de mayo de 2012

LA GRAN MENTIRA


        
Decía Jacques Lacan que en todas las familias existe la “historia heroica” y la verdad, esta última casi siempre prosaica, inquietante, siniestra incluso. En la gran familia de la España democrática triunfante (post 1992), ha existido un relato heroico muy reiterado: el milagro económico, el país con más calidad de vida, la creatividad ibérica… En el clímax del periodo expansivo se esgrimieron superlativas afirmaciones refrendadas por éxitos deportivos: “superamos a Italia y vamos a por Francia, tenemos el mejor sistema financiero del mundo, construimos más casas que toda Europa Occidental junta, nuestras empresas triunfan en el mercado globalizado”, etc. Ese ciclo económico expansivo fue diseñado por el Gobierno neoliberal de Aznar, a través de la Ley del suelo de 1998, la liberalización del sistema financiero (hagan ustedes de su capa un sayo) y asumido con ingenuo optimismo socialdemócrata por Zapatero. Así pues, las cajas de ahorro de toda la vida se convirtieron en agresivas promotoras inmobiliarias, generosas repartidoras de hipotecas y sagaces tiburones del océano financiero. Los políticos entraron en su gestión reservándose, junto a los sindicatos, puestos en los Consejos de Administración, con sabrosas comisiones y VISAS oro. Mientras las cosas fueron bien, casi nadie cuestionó este relato, aunque muchos conocían los abusos, privilegios y prebendas que allí se otorgaban. La fiesta colectiva, el vino a raudales, como bien se sabe, ciega el entendimiento.
                Caídos aquellos ídolos de pies de barro, desvelada aquella falaz historia heroica, todos se rasgan las vestiduras. El desmoronamiento de Bankia ha sido la espoleta que ha empezado a volar todos esos mitos. La maquinaria mediática del PP, siempre tan certera, echa la culpa al Director del Banco de España -ese señor obsesionado con la reforma laboral mientras los cuatreros campaban en su predio-, que lo puso ZP… Por otro lado los socialistas y los sindicatos claman al cielo cuando ellos han participado del gran banquete o protagonizado episodios similares (¿recuerdan Caja Castilla-La Mancha?). El PPOE, con la connivencia sindical, ha utilizado las cajas como prolongación de las fantasmagorías de los gobiernos autonómicos que controlaban. No obstante, ha sido el partido del actual Gobierno quien ha propiciado la mayor falla financiera (madrileño-valenciana): la locura de Bancaja, campeona de la inversión del ladrillo o de entelequias como Terra Mítica o La Ciudad de la Luz y Caja Madrid, teatro de operaciones de la expansión inmobiliaria y de las banderías entre Gallardón y Espe. Hasta el gran mito pepero de la competencia económica, Rodrigo Rato, ha sido tragado por el agujero que él contribuyó a ennegrecer. Finalmente el gobierno neoliberal del PP ha ¡nacionalizado! su perla de la corona y ha dejado con las vergüenzas al aire al “saneado sistema financiero español”. Entre tanto, echándole la culpa al gasto público, Rajoy y Cia han desmantaledado el Estado de Bienestar y hora retornamos al punto de partida del 2008: la crisis de los bancos.
Esa mentira, proclamada por Zapatero y Rajoy, cuestionada en el extranjero, es el corazón cancerígeno de un régimen de apropiación de cajas que sostuvo los privilegios y delirios de grandeza de la “clase senatorial” (alianza de políticos, financieros y grandes empresarios). Es también el epicentro de la Gran Mentira a la que nos han sometido con la connivencia de los periodistas (tan incisivos ahora, ¿por qué no lo denunciaron antes?) y una buena parte de la ciudadanía que miraba con deseo las migajas de la Grande Bouffe. El caso es que los responsables de este desastre se van de rositas -con indemnizaciones millonarias incluso- mientras los contribuyentes pagamos la cuenta con recortes, co/repagos y sobreimpuestos. Qué curioso, cuando Gorigolzarri se ha hecho cargo de Bankia ha cambiado a los gestores políticos por técnicos. Esa es la clave del Gran Fraude de estas “décadas de progreso”, que hemos dejado la gestión en manos de los políticos y sus mezquinos intereses en detrimento de la excelencia y competencia profesionales. Y eso es aplicable, salvo honrosas excepciones, al tejido socioeconómico que controlaban los “senadores” (cajas, empresas de “participación pública”, obras faraónicas, etc.), prolongación de sus caprichos políticos. Esa mentalidad de señorito se extendía a la Administración (el Gran Cortijo), con tantas plazas ocupadas por designación partidista, contaminaba la universidad (regida por la endogamia de pequeño cortijo), empresas satelizadas y demás. Podemos aprovechar la hecatombe -esto es más que una crisis- para promover la genuina democratización y modernización que requiere el país, para pasar de esa mentalidad ventajista y clientelar (herencia de una inercia dictatorial) a otra donde imperen los méritos de competencia profesional. Los indignados han diagnosticado bien: es necesario un cambio de sistema, pasar página de esta lectura ventajista y bandolera de la “cultura de la Transición” (Fernández Savater) y jubilar una clase política infectada. Porque la mayor parte de los partidos (PPOE a la cabeza), organizaciones empresariales y sindicatos defienden ese podrido sistema que tendría que reinventarse con urgencia bajo nuevos presupuestos y nuevas personas. Para ello sería necesario un radical cambio ético y, habida cuenta de la condición humana (y de nuestra picaresca particular), una estricta normativa de control y fiscalización en la gestión de todos los fondos públicos y de los cargos con exigencia de resultados. No es fácil que los “senadores” abandonen sus privilegios, aunque quizá la ruina total cambie las cosas… Entre tanto, en Europa ya nos han calado (no se tragan más relatos quijotescos) y ojalá nos presionen para que desmantelemos del todo esta Gran Mentira, esa fastuosa fachada de cartón piedra que oculta el Patio de Monipodio. No han cambiado tanto las cosas desde los tiempos de Cervantes…

Jaime Miñana     @jaimeminana




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